lunes, 15 de diciembre de 2008

La antorcha de Carlos

En 1993 Menem comenzó la quinta campaña olímpica de la historia argentina oficializándose el 15 de diciembre de 1995 con la presentación oficial de Buenos Aires como candidata para organizar los juegos del 2004. Se formo el COPROSE (Comité Organizador Pro Sede), mientras Menem destinaba por decreto más de 7 millones de dólares a la campaña y empresas privadas aportaban otros 3.

El punto fuerte de la candidatura estaba en el proyecto de Corredor Olímpico, diseñado por el arquitecto Carlos Salaberry, que concentraría el 75% de las competencias en un área de 15 km. paralela al Río, entre Núñez y La Boca, con su riachuelo limpio en 1000 días. La villa olímpica se ubicaría en la fracasada ciudad deportiva de Boca juniors, con rápido acceso desde la futura Aeroisla.

En octubre de 1996, el comité de evaluación llego a Buenos Aires. Eran más de sesenta. Se hospedaron en el Sheraton a 260 dólares la noche, salvo Alberto de Mónaco que ocupó la Suite presidencial a 12.000 dólares, todo a cuenta del COPROSE. Hicieron Golf, recibieron camperas de cuero, relojes, hebillas de plata, gemelos de oro, ponchos y libros de la Patagonia entre otros "regalitos de cortesía", que tan habitualmente recibe este organismo, al cual varios analistas no dudan en calificar de altamente corrupto.

El informe arrojó buenas expectativas por su bajo presupuesto y el Corredor Olímpico, aunque no fueron pocos los arquitectos que tímidamente –para no arruinar los sueños olímpicos–, señalaban que el mismo era “impracticable”.

El 8 de marzo de 1997 se anunció que Buenos Aires era finalista junto a Ciudad del Cabo, Roma, Atenas y Estocolmo. "Yo tengo una fe inmensa en que vamos a ganar. No sé en que nos puede aventajar Roma, no? Buenos Aires es una de las ciudades mas bellas y seguras del mundo", aseguraba Menem sin rubor.

Y así de canchero arribó a Lausanna, Suiza, en septiembre de ese mismo año. Le habían dicho que vaya porque “ganábamos seguro”, aunque íbamos últimos en las apuestas. Ese día le dijo a la prensa que teníamos “95% de probabilidades de ganar”. A la mañana siguiente, día en que se anunciaba el resultado, se arrepintió: “No, mejor 97%”. Ganó Atenas. Bah, salimos últimos de hecho. Ahí nació el mito de que “Menem es yeta” y no hay que nombrarlo porque trae mala suerte.

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